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Grados de afectación emocional en la pandemia

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Mujer viendo desde su ventana con máscara

Tiempo de lectura: minutos

Nos hemos enfrentado desde hace un par de meses a todo el bombardeo de información requerido para estar enterados de los mecanismos de transmisión del COVID-19 y las medidas de protección que son necesarias para evitar su propagación. Posteriormente, y a partir del 3 de marzo que se reportó el primer caso diagnosticado se han incrementado de forma exponencial las probabilidades de ser afectados de manera más personal por esta pandemia.

Factores de afectación emocional

Es innegable que todos nos hemos visto confrontados de una u otra manera en nuestra seguridad física y emocional, produciéndonos algo que, en medicina, y en la cultura general, se le conoce como estrés. Ya en el pasado nos hemos enfrentado a situaciones extremas que han ayudado a describir los factores que intervienen en el incremento del estrés; mención especial nos merecen los episodios históricos que han incluido momentos de cuarentena o distanciamiento social. Estos factores son:

  • Soledad, frustración y aburrimiento. 
  • Tiempos prolongados e inciertos. 
  • Miedo a ser infectado. 
  • Dificultades para acceder a una atención médica. 
  • Inestabilidad laboral y económica. 
  • Probabilidad de contar con suministros inadecuados.  
  • Información falsa y engañosa. 

Niveles de afectación emocional

Todos, digo todos, nos hemos visto afectados, pero no todos en igual medida. Pensemos en un estanque donde lanzamos una piedra y que se forman círculos concéntricos alrededor del sitio donde cayó. El centro, la piedra en el agua, es el surgimiento de la pandemia por el COVID-19, y los círculos los diferentes niveles de afección emocional, ordenado del centro a la periferia:

  • Enfermos confirmados con el diagnóstico y aquellos con síntomas sugestivos de la enfermedad.  
  • Sobrevivientes de la infección y familiares con la probabilidad de haber sido contagiados. 
  • Personal de salud y primera línea de atención a personas enfermas. 
  • Individuos que desempeñan trabajos indispensables y que se encuentran en exposición constante a la posibilidad de ser infectados. 
  • Aquellos afectados en su bienestar económico, sus posesiones o que forman parte de los grupos de riesgo. 
  • Todos los demás que están en confinamiento en casa, sanos, pero llenos de estadísticas de infectados y finados. Afectados en nuestras rutinas y en estricto aislamiento social.

Para todos los grupos el común denominador es la incertidumbre. Nadie sabe, en un inicio cuanto tiempo es el suficiente en cuarentena, como se va dar el regreso a la “normalidad”, como se habrá modificado la vida para entonces, y sobre todo, si en algún momento se verán infectados y el nivel de severidad que presentarán.

Medidas de protección contra la afectación

Existen recomendaciones generales que podemos implementar para mitigar los daños emocionales a los que nos vamos a ver expuestos por toda esta situación:

  • Fijarse una rutina diaria y novedosa para realizar todas las actividades necesarias para llevar un estilo de vida saludable. Horarios ordenados de sueño, alimentación de calidad, actividad física, períodos delimitados de trabajo en casa y ratos de convivencia y entretenimiento. 
  • Asignar un período de entre 30 y 60 minutos de búsqueda de información sobre la pandemia en fuentes oficiales. Evitar en la mayor medida el esparcir rumores y noticias falsas que sólo producen un “contagio emocional”. 
  • Establecer protocolos familiares de actuación en caso de que se presenten casos de individuos infectados por COVID-19. Dentro de es estos prestar especial atención a los grupos de riesgo. 
  • Limitar el consumo de sustancias adictivas. 
  • Favorecer un patrón de relaciones familiares asertivas, con canales de comunicación que permitan señalar cuando estamos en buena disposición para estar con los demás y cuando queremos estar solos. 
  • Aprender sobre mecanismos compensatorios de manejo del estrés, como lo son los ejercicios de relajación y respiración, así como la meditación y el mindfulness. 
  • Distanciamiento social no significa alejamiento afectivo. Hay que aprovechar las ayudas digitales para no sentirnos solos. 

Y lo más importante de todo. Comprender que estamos enfrentando una situación extraordinaria y que es esperable que en algún momento nos sintamos mal, y muy mal. Es estos episodios activemos nuestras redes de apoyo y, en caso necesario, solicitar ayuda profesional. 
 

Dr. Edilberto Peña de León
Psiquiatría y Neuropsiquiatría. 
Cédula Profesional/Especialidad: 2683843/4111135. 
www.cisne.mx 
@Edilberto_pena.